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Segunda Época | Mes Junio/2018 | Año 4 | No. 39

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Donato del Mármol ¿Culpable?

Ludín Bernardo Fonseca García

La tumba perdida del general Donato Mármol

Aldo Daniel Naranjo Tamayo

Donato Mármol más que historia

Mónica María Ramírez Aguilar

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Donato del Mármol ¿Culpable?

Ludín Bernardo Fonseca García

Es común leer en los libros de historia de Cuba que una indisciplina provoca la derrota de las tropas cubanas en río Salado, tras la cual se impone la quema de Bayamo el 12 de enero de 1869.
Versiones cinematográficas también han divulgado este criterio. Se plantea que Donato del Mármol desobedece las órdenes dadas por Carlos Manuel de Céspedes y cruza el río Cauto, enfrenta la columna capitaneada por el Conde de Valmaseda, quien lo derrota.
Es una culpabilidad que ha acompañado a este mayor general por 142 años. Estudiar las causas de la incriminación rebasa estas líneas, dedicadas a aclarar que el bayamés jamás se insubordinó. 
Las autoridades españolas intentan recuperar una vez más a Bayamo y envían una columna integrada por 2000 hombres, artillería y al Conde de Valmaseda, jefe de estado mayor, al frente. Avanzan desde Nuevitas.
Los cubanos escogen como teatro de operaciones una extensa área de terreno que forma un triángulo, desde el cruce del río Salado hasta el del río Cauto, ambos sobre el camino real de la isla de Cuba, y desde ahí hasta el poblado de Cauto el Paso. El general Donato del Mármol prepara una defensa escalonada que se inicia con la colocación de obstáculos en el camino que viene desde Las Tunas; se apostan hombres en todos los lugares vadeables de la márgen derecha del río, y se colocan trincheras donde el paso es improbable. El general Modesto Díaz está listo para atacar por la retaguardia. El plan de defensa es consultado, de seguro, con el general en jefe Carlos Manuel de Céspedes. Es pensado y calculado para obtener una importante victoria, no existe improvisación en las armas cubanas.
Durante el desplazamiento el Conde cambia de trayecto. Al chocar con los obstáculos deja el camino real de la isla de Cuba y toma el de Boajato. Pasan el río Salado por un punto imprevisto por los mambises debido a las dificultades que presenta, es una cuenca profunda, la pendiente es resbaladiza y pronunciada con una inclinación de un 68%, la subida es escabrosa, y hay una profundidad de unos 0.82 m.
Las tropas cubanas se presentan en el lugar el 8 de enero de 1869 cuando están en la márgen derecha atrincheradas y preparadas para combatir las compañías de infantería y la artillería españolas. Son sorprendidos y luchan en condiciones desfavorables, intentan contener el avance de la columna que se traslada por un camino estrecho que desemboca en la sabana Caridad, lugar donde se produce el primer combate de la batalla río Salado (batalla por la trascendencia política y militar que tiene para el desarrollo ulterior de la guerra en Cuba). La lucha es enconada, pero la superioridad de los españoles se impone. Los cubanos se retiran y sus contrincantes pernoctan en el lugar de la acción. Ambas tropas tienen grandes pérdidas humanas.
El 9 de enero continúa el avance de la columna por el camino que conduce a Cauto el Paso, destruyen obstáculos. Al llegar encuentran a los mambises atrincherados en la margen derecha del río Cauto, tienen ventaja, han construido trincheras y el espeso bosque los enmascara. Los españoles crean condiciones defensivas y hacen una chalana. En la tarde comienza la preparación artillera y tiros de fusilería que se extienden hasta el 10 de enero. Se inicia el combate de Cauto el Paso, segundo de la batalla río Salado. El ataque es intenso, pero no pueden desalojar la defensa cubana. 
En horas de la mañana del 11 de enero de 1869 rompen fuego de artillería y una parte de la columna toma por el camino que bordea el río Cauto y que llega hasta Cauto Embarcadero. Es un desplazamiento silencioso y no detectado por los mambises. En tres horas aproximadas llegan al paso del camino real de la Isla en el río Cauto, inician un fuego cerrado de artillería y fusilería contra los escasos hombres que lo defienden y que ocupan casas de guano, una arboleda, un cañaveral y una trinchera. Comienza el combate de Cauto Embarcadero, tercero de la batalla río Salado. Las defensas cubanas ceden poco a poco, hasta que abandonan las posiciones.
Las guerrillas españolas alcanzan a nado la orilla derecha del río Cauto, y poco después se traslada la vanguardia, el cuartel general y el Conde de Valmaseda. En este momento llega el grueso de las tropas cubanas desde Cauto el Paso, todos los ataques son rechazados. La columna tiene expedito el camino hacia Bayamo. El general Donato del Mármol parte hacia la segunda villa fundada en Cuba para trasmitir la infausta noticia.
La derrota sufrida por las tropas cubanas en la batalla río Salado es valorada por Carlos Manuel de Céspedes, y no señala como causa la indisciplina, insubordinación o incumplimientos del mayor general Donato del Mármol. El 15 de enero de 1869 el Padre de la Patria envía una carta al Agente de la República de Cuba en los Estados Unidos donde escribe que después de los combates en la sabana Caridad y Cauto el Paso, el Conde de Valmaseda estaba derrotado “pero una traición inesperada, que aún no hemos podido averiguar, le facilitó el medio de pasar el río frente a Cauto Embarcadero”.
La historiografía cubana ha desconocido esta opinión que exonera de culpa al mayor general bayamés Donato del Mármol. Esta rectificación es un homenaje al hombre que murió de fiebre cerebral en la manigua defendiendo los ideales de una Cuba independiente. 

NOTA:

Tomado del sitio digitan de la Dirección Provincial de Cultura en Granma www.crisol.cu. Publicado: 10/4/2017. Consultado: 21/5/2017
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La tumba perdida del general Donato Mármol

Aldo Daniel Naranjo Tamayo

Uno de los grandes proyectos militares del mayor general Donato del Mármol y Tamayo, para el verano de 1870, era extender la guerra revolucionaria a la rica y próspera región de Guantánamo. Aunque desde el comienzo de la revolución tropas insurrectas habían penetrado en esta comarca, lo hicieron más bien para ganar prosélitos y animar entre sus habitantes la causa de la libertad. Por eso, las actuaciones principales fueron por Tiguabos y la villa de Guantánamo, las dos poblaciones más concurridas de este sector.
Pero el plan que ahora bullía en el alma de Mármol era el de conquistar territorios, dominar las montañas guantanameras y destruir la base economía de los colonialistas, sustentada en la rica economía de producciones de azúcar, café y cacao.
Para estos fines estratégicos, comenzó a concentrar las unidades de la División de Santiago de Cuba desde mediado de mayo de 1870 en la hacienda San Felipe de Calabazar, dentro del extenso hato de Miranda, al suroeste de Palma Soriano. Hasta allí se movieron las fuerzas mandadas por el coronel brigadier José de Jesús Pérez y los tenientes coroneles Antonio Maceo, Policarpo Pineda y el comandante Camilo Sánchez.
Sin embargo, una pavorosa fiebre perniciosa estremeció el cuerpo del recio luchador, con malestar, dolor de cabeza y vómitos. Pero a los cuatro días aparecieron en la boca manchitas rojas, los síntomas más visibles de la terrible viruela. El médico santiaguero Castillo Duany atendió al enfermo y dolorosamente percibió que no contaba con recursos para detener la expansión de la enfermedad a la cara y todo el cuerpo. Por eso, recomendó una adecuada alimentación y reposo absoluto, mientras se debía lavar sistemáticamente sus trajes y ropas de cama.
La familia del general Mármol todo el tiempo se mantenía a su lado, socorriéndolo en cada una de sus necesidades. Los desvelos de su madre Clotilde Tamayo Cisneros, su esposa Guadalupe Milanés Bazán, conocida por Pupa, y de sus hijos Teresa, Clotilde y Siboney, eran extraordinarios para que el paciente cumpliese con las prescripciones médicas. Con el paso de los días aumentaron las fiebres y las manchas mudaron a pústulas redondas. La falta de alimentos era un mal crónico, por lo que la comida consistía ocasionalmente en carne de caballo y jutías, mangos, palmito y miel de abejas.
No obstante, el general estaba tan obsesionado con la invasión de Guantánamo, que personalmente se ocupaba de prepararla en todos sus detalles. En estas condiciones dictó una tercera proclama a los cubanos, especialmente a los hacendados de Santiago de Cuba, para trazarles su deber:
Lejos de favorecer nuestra causa habeos colocado en vuestras fincas pequeños destacamentos enemigos para que las guarden, y para que el pobre esclavo, recibiendo el látigo de un mayoral por no decir de un verdugo incline su frente humillada, sobre el trabajo, y pueda rendir en las  cosechas cuantiosas sumas que dividís con los tiranos, vosotros para sufragar vuestros lujosos gastos, ellos para hacernos la guerra más cruel y más injusta de los anales de la historia.
Manifestaba que había llegado la hora de destruir todas las fuentes de riqueza que sostenía al Ejército español y sacaba la cuenta de que una vez sin recursos cesaría su poder y debilitado llegaría a postrarse. Por eso aleccionaba a los hacendados y terratenientes a cesar todo apoyo a los colonialistas porque de lo contrario la revolución arruinaría todas sus fortunas: “Lloraréis amargamente la consecuencia de vuestra conducta miserable, y tendríais la culpa, ni aun siquiera os quedará el derecho de quejaros. Todo esto lo vais a ver. ”
Vaticinaba que una vez el pueblo de Cuba, triunfante y libre, en el pleno goce de sus derechos, la mirada de cada patriota sería de maldición para los traidores a la patria. Por donde quiera que pasase un rico que no sirvió bien a la patria, decía: “Ese fue un hacendado, su dinero sirvió a los españoles para que nos hicieran daño. Ese no es digno de tomar parte en nuestra felicidad.” Este sería el momento del deshonor, bajar los ojos y ocultar el rostro. Por tanto, Mármol los llamaba a todos a rectificar tiempo y apoyar incondicionalmente los nobles y justos objetivos de la revolución cubana.
Sin embargo, aquel hacendado bayamés, de sólida fortuna, pero de un acendrado patriotismo, yacía en un pobre camastro construido de cujes, el cuerpo enflaquecido y apenas si podía ingerir alimentos.
Con muchos cuidados las pústulas eran curadas y el organismo restablecido con infusiones de diversas plantas, con lo que la temible enfermedad comenzó a desaparecer. Sin esperar  una curación toral, el general se puso de pie para organizar las tropas y disponerla para la invasión a Guantánamo. Dos días después volvieron las calenturas y seguido las varicelas de forma aguda. El organismo no asimilaba los medicamentos y vomitaba con frecuencia.
En estas tristes condiciones el cuerpo de Mármol comenzó a decaer aceleradamente. Padecía constantes alucinaciones y pesadillas. Aún cuando los cuidados del doctor Castillo y la familia del héroe aumentaron, la viruela minó todo su cuerpo. El aspecto físico del paciente cambio drásticamente, pues su piel quedó cubierta de grandes pústulas.
En medio de violentas convulsiones, el sábado 25 de junio de 1870, expiró el gran gladiador cubano por la independencia y soberanía de la patria.
La sepultura del aguerrido político y militar cubano fue en la estancia de Calabazar, en las orillas de río Barigua, un paraje bien oculto dentro de los bosques. De acuerdo a unas breves notas de la autoría de su viuda Guadalupe Milanés la familia lo acompañó hasta su última morada y tuvo como ataúd el tronco ahuecado de una palma, en la zona de San Felipe de Calabazar. De esta forma desaparecía una de las grandes esperanzas de Cuba, del presente bélico y sacrificado, y del porvenir independiente.
Desde su juventud odió la feroz tiranía española y rechazó cada una de las alternativas políticas en boca como el reformismo y el autonomismo, de largas datas en la Isla y animados por hombres de reconocido prestigio intelectual.
No obstante, la fecha indicada como deceso del general Mármol ha sido cuestionada, toda vez que su viuda Guadalupe Milanés, en unas breves notas históricas de su autoría, recogió que había sido el martes 22 de junio de 1870, o sea unos días antes, mientras el general Máximo Gómez, quien le sustituyó al mando de la División de Santiago de Cuba, en su diario de campaña, señaló que el fue el domingo 26 de junio, es decir, un día después,
Los autores de obras históricas sobre la primera guerra cubana por la independencia no coinciden en la fecha de la defunción del ilustre militar de Bayamo: el español Enrique Ubieta señala el 30 de enero de 1870 y ocurrida en un combate, su paisano Antonio Pirala que fue  el 30 de noviembre de 1870 y el santigüero Emilio Bacardí razonaba que fuese el 22 de noviembre de 1870.
Pero el agente cubano en Santiago de Cuba, Federico Pérez Carbó, en este tiempo escribiría: “Murió el héroe de fiebre perniciosa el 25 de junio de 1870, enterrado en los terrenos de la hacienda ‛San Felipe’ cercanías de la sabana de Hato del Medio, lugar donde la caballería de Maceo se llenó de gloria.”
Entre los que visitaron unos días después, el 2 de julio de 1870, a los familiares del general Mármol, los que se había traslado a  los bosques de San Juan de los Indios, estuvieron el brigadier Manuel de Jesús Calvar, el coronel Manuel Codina, el comandante Ignacio Moreno y el diputado a la Cámara insurrecta José María Izaguirre, encontrándolos en un ambiente pavoroso signado por el llanto y el dolor, los semblantes agotados y la voz entrecortada. Eran su madre Clotilde Tamayo y sus hermanos Leonardo y Raimundo del Mármol y su hermana María; a Liberata Castillo Calero, la esposa de Leonardo y a Teófila Agüero, la sobrina del general.
Este panorama de angustias fue descrito por José María Izaguirre en unas memorias publicadas en 1896 en Nueva York:
El cuadro que ofrecían partía el alma: sus rostros pálidos, la inseguridad de su paso y la casi extinción de su voz, indicaba la debilidad que los consumía. La muerte de Donato era desgraciadamente cierta: murió el 25 de Junio. Le habían atacado viruelas, y después de haber mejorado de esa penosa enfermedad, no guardó el tiempo necesario para ponerse completamente bueno, y se dio de alta desde luego. Le sobrevinieron calenturas, y para curarse de ellas, tomó un vomitivo: este medicamento le cayó mal, creció su enfermedad, y a los tres días murió, dejando un gran vacío en la revolución.
Los patriotas citados visitaron la tumba de Mármol en la estancia Calabazar, donde encontraron la tosca cruz de cedro. Con dolor constaba el diputado Izaguirre: “Es el único indicio del lugar en que reposan los restos del hombre que tanto hizo por su patria, y que tanto daño causó a los españoles. ¡Descanse en paz! ”
El relato de José María Izaguirre resulta decisivo para corregir las distintas fechas de la muerte de Mármol, siempre a fines de junio de 1870. Evidentemente, la equivocación de Pupa Milanés, la esposa, obedecía a los muchos años trascurridos, pues las notas las escribió ya en la vejez. Por tanto, la pregunta sería: ¿25 ó 26 de junio? Un día más o un día menos no haría la diferencia, pero la historia es exigente; pero apoyados en los datos históricos es fácil razonar que fue el 25 de junio de 1870.  
Acerca de su muerte el presidente Carlos Manuel de Céspedes manifestaba públicamente que había sido un acontecimiento muy triste, porque Mármol era un decidido patriota y uno de los más ardientes defensores de la causa independentista. Agregaba: “Una calentura perniciosa  nos ha privado de uno de nuestros más dignos compañeros. La historia honrará su memoria.”
Aunque el 16 de marzo 1947, algunos arqueólogos e historiadores del Grupo Humboldt, de Santiago de Cuba, realizaron una breve incursión por la hacienda San Felipe y la estancia Calabazar para encontrar la tumba del ilustre general Donato del Mármol Tamayo, solo pudieron fijar el punto donde estuvo la casa principal del feudo. Como testigo del tiempo se hallaban los restos de unos horcones de caguairán y otras maderas recias.  Término Municipal de Palma Soriano.
Exploraron las dos márgenes del río Barigua hasta su desembocadura en el río Cauto, pero solo por algunas horas, con simples picos y palas, sin encontrar ningún otro indicio de interés para localizar la referida sepultura
Sería muy aleccionar que a 150 años del Inicio de las Guerras de Independencia, los arqueólogos e historiadores emprendiesen de nuevo una operación para localizar la tumba pérdida del general Mármol, unos restos gloriosos que forman parte de la historia y el patrimonio sagrado de la nación.

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Donato Mármol más que historia

Mónica María Ramírez Aguilar

Supe de su existencia en una clase de historia de Cuba. El profesor confesó un chisme histórico que atrapó la atención de aquellos adolescentes: “Carlos Manuel de Céspedes y Donato Mármol tuvieron una reyerta por una mujer”. Así comenzó la enseñanza sobre la vida de aquel bayamés que, junto a otros patricios como el Padre de la Patria, protagonizó hechos de importancia en la lucha por la independencia de la Nación.
Los criterios sobre esa figura se contradicen y sus decisiones se cuestionan; sobre todo por su participación en la defensa de la ciudad de Bayamo en los albores de la Guerra de los Diez Años. Sin embargo, no debe negarse que su breve actuación durante la guerra quedó para futuras generaciones. Se vinculó a labores conspirativas contra el poder colonial desde los 24 años de edad. Con grados de mayor general, pero sobre todo como luchador incansable, se le conoce y respeta en el actual municipio de Jiguaní o poblados como Santa Rita y Baire.
En la página digital del periódico cubano Granma, con fecha 27 de junio de 2010, aparece un artículo de Pedro Antonio García donde se destaca: “Según El Porvenir, publicación independentista editada en la emigración durante la Guerra de los Diez Años, ningún otro cubano, aparte de Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Vicente Aguilera, hizo más por el estallido de la Revolución del 68 que Donato Mármol.”
Aunque su obra aparece en libros, revistas, periódicos y se divulga por radio y televisión en la Mayor de la Antillas, en Bayamo se le rinde homenaje a través de otras acciones. Una de ellas es una calle que lleva su nombre, se encuentra en el centro histórico de la localidad, específicamente en el barrio El Cristo, y es una de las más transitadas. En esta se hallan comercios estatales y particulares, empresas, viviendas y la Casa de las Cabreras, un sitio que actualmente es un museo de la música en el territorio.
También, llegar a la plaza de la Revolución de la Ciudad de los Coches permite apreciar el inmueble que ocupa la Casa de la Cultura 20 de Octubre. Este centro presenta tres niveles, en los que se aprecian salones de exposiciones, oficinas, un patio para realizar ensayos y actividades culturales, así como el taller de la manifestación de Artes Plásticas, las cátedras de literatura, danza, teatro, música, entre otras manifestaciones.
En esta construcción civil de estilo ecléctico nació, a finales del siglo XIX, Donato Mármol. Cuando muere el patriota y la familia se desintegra, el edificio se subastó un 13 de marzo de 1904. Lo adquirió el único pastor de la urbe por la suma de 1020.66 pesos de la época. En marzo de 1968 muere y según lo dispuesto en su testamento el inmueble fue donado a la sociedad.
Durante 1925 fue sede Liceo “Elpidio Estrada y Estrada” donde solo podían acudir los blancos, se hacían tertulias y bailes típicos de la época. En 1959 se intervino el local y permanecieron por algún tiempo las milicias populares y la Escuela Elemental de Artes Plásticas. El primer nivel la ocupo el sectorial de Cultura que estableció una sede el 20 de octubre de 1962.
Cierto es que este tipo de recordación no es exclusiva de la urbe bayamesa, ni única para Donato Mármol; en otros territorios de Cuba también existen este tipo de manifestaciones. Pero representarlo, nombrar como él una calle o espacio para la comunidad representa reconocimiento y despierta el interés por el patricio. Aunque la historia sea pasado, es necesario conocerla para entender el presente y construir mejor el futuro. Por lo que hombres como Mármol, que se entregaron por la independencia en plena juventud, no deben pasar desapercibidos en la tierra que lo vio nacer, es más que una clase de historia de Cuba.

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Boletín Acento . Oficina del Historiador
Bayamo M.N., Cuba. 2018
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